Cuarto y último de los Z-102
descapotables realizados por el carrocero francés de origen bielorruso, el CS 2 se presentó públicamente por vez primera en abril de 1954 al tomar parte en un concurso
de elegancia automovilístico celebrado en la ciudad italiana de San Remo, en el que -por
cierto- también participaba otro Pegaso, una Berlineta Touring de color gris. Exhibiendo
entonces un llamativo tono rojizo, el coche iba conducido por el hijo del propio Jacques
Saoutchik, quien en aquellos tiempos ya había tomado las riendas de la empresa familiar.
En el aspecto estético muestra los rasgos que
caracterizarán a la BS 2 -Berlineta Saoutchik 2ª serie-, revelada sólo algunos meses
más tarde (octubre del mismo año) en el Salón del Automóvil de París: líneas muy
equilibradas, curvatura de las aletas menos rotunda, y pasos de ruedas más abiertos y
proporcionados en comparación con los anteriores Pegaso Saoutchik. El frontal se
distingue por una proIongación de las aletas delanteras en forma de visera que enmarca
los faros -detalle que Serra recuperará en sus últimas realizaciones-, manteniéndose la
típica cruz apaisada en la boca de ventilación del radiador.
La sola variación que encontraremos en la BS 2 con respecto
al CS 2 serán los parachoques de tubo doblado en U, en vez de los habituales de pasamano
curvado; unos elementos que, como bien puede apreciarse en las imágenes, no monta el
vehículo hoy día por decisión de su actual propietario. Tal vez lo más distintivo y
elegante de este Cabriolet Saoutchik 2ª Serie sea la peculiar
terminación de su parabrisas, que al carecer de marco en la parte superior estiliza
notablemente la línea y le confiere un aspecto mucho más bajo.

Transcurrido casi un año desde su presentación en el
certamen de San Remo, llegó a España en mayo de 1955 para ser vendido y matriculado en
la Villa y Corte. Posteriormente tuvo dos propietarios más, uno de los cuales se propuso
solventar los problemas de flexión del chasis -que ocasionaban la abertura de las puertas
en marcha- encargando en febrero de 1958 su recarrozado como coupé. En su nueva
configuración con techo solidario e indesmontable el Pegaso debió sin duda perder
aquella molesta tendencia, aunque se nos hace difícil entender hasta qué punto podían
contribuir a incrementar la rigidez del bastidor las prominentes aletas traseras -al más
puro estilo americano- que recibió en la misma operación.
A lo largo de su azarosa trayectoria no sólo ganó unos
cuantos kilos de chapa extra, también perdió la batería de cuatro carburadores que
montaba al salir de fábrica. Ahora cuenta con uno doble que alimenta su mecánica
original 2.8 -igual que el CS 1- en excelente estado de forma, como pudimos comprobar
durante nuestra breve toma de contacto. La conducción a la derecha no facilita las cosas,
pero el cambio se deja accionar de maravilla. Responde con energía a la menor
insinuación del acelerador, se tiene aceptablemente en el asfalto y frena... como frena
un Pegaso.
Cuando su dueño actual lo adquirió, todavía disfrazado de
Batmóvil, no se limitó a restaurarlo enteramente, sino que, consciente de su singular
condición de vehículo único, lo hizo restituyéndolo a la especificación original CS
2 que podemos contemplar. Custodiado por sus dos fieros guardianes, «Brescia» y
«Moriza», hoy forma parte de la colección de Villa Bugatti como una de las mejores
piezas existentes.
· MOTOR CLÁSICO nº 81 Octubre 1994